Y aún en va fer otra, que esta no sé si la sabes esta, la de la denunzia de los carros, no la sabes? Ixa, ya verás. Resulta que, pues eba un hombre que en Graus, esa familia... Eba apreziau, me paeze que su pare había siu asta alcalde del pueblo, que eban buena gente. Lo que pasa que él eba saliu así de… cachondo. Y estaban en el carro, y salió la lei de que había que llevar un farolet en el carro. Llevaban los bueyes, y de los bueyes aún m’acordo yo! Llevaba el carro, y la guardia zivil: 

―Oiga, seño Justo, tiene que meter un farol.

―Bah, bah, bah… Sin farol. 

―Seño Justo, meta el farol porque mire que el tendrem que denunziar.

―Sí, bueno, bah… 

Continúa. Con que al final le van meter una denunzia. Le meten la denunzia, y al día siguiente, a las cuatro o las zinco la tarde que feba un sol que temblaba el misterio, coge y compra cuatro zirios, de estos gordos, le mete un zirio a cada cuerda de los bueyes y arrea. Baja por aquí por la calle y pasa por to’l pueblo, por to’l pueblo con los zirios estos.